Después de tantos años, todavía se acuerda de lo que sintió
al ver acercarse aquel trenecito, tan diferente a los Cercanías a los que
estaba acostumbrada. Subió, inquieta, pues no conocía bien su próximo destino. Los
nombres de los diferentes pueblos, Coscurita, Tardelcuende, la imponente
Sigüenza, con su perfil medieval… la llevaban a la gran desconocida. Entre
pinares y traqueteos de tren, Soria llegó, con sus gentes, tan aventureras y a
la vez tan ancladas en el pasado, con el romanticismo de sus antiguos
caserones, con su encanto, que te atrapa y ya no te suelta…
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