viernes, 27 de enero de 2017

Son esos días de lluvia

Esos días de lluvia, en este pedazo de tierra seca. Bajo este sol de justicia que te agrieta las manos, que define tu piel con mil (indeseadas) formas que te dan (más) edad, que te piden cremas y agua y menos luz y más nubes.

Este viernes, concretamente este, de entre tantos como tiene el año. Entre el agobio de cientos de proyectos por hacer, de deseos que (de nuevo) vuelven a evaporarse con la misma prontitud con la que entraron.

Oyendo las gotas de lluvia caer (¡plop! ¡plop!), a través de mi ventana. Con la nariz taponada, y casi ensangrentada, y finalmente... y finalmente nada.

Con muchas cosas que hacer, muchos proyectos por cumplir, muchos días repletos que suceden a otros, en un ir siempre hacia adelante, con un objetivo lejano pero al alcance de los dedos...

Y hoy, ¿qué?

¿Qué hago con los días de lluvia? ¿Con las gotas que (¡plop! ¡plop!) caen más allá de mi ventana? ¿Qué hago con esa parte que quiere estar así, sin más? ¿Que solo quiere escuchar cómo caen? ¿Cómo la tierra recibe el agua con sus recovecos resecos, deseantes, espectantes?

¿Que solo quiere estar? ¿Que de hecho es? ¿Que no ve objetivos, que dice que el futuro no existe, que no programa, ni cuenta, ni habla?

¿Qué hago?