Cuál será la causa,
cuál el motivo. Porque no tiene sentido, explicación, un fundamento racional.
Camino, como siempre lo he hecho, atrapada en un sueño que construye castillos
en el aire, y se alimenta de instantes tan bellos como escurridizos.
Camino entre tinieblas,
sin saber dónde colocar el pie en mi siguiente paso. Rodeada de trampas, reales
e imaginarias. Reviviendo una y otra vez un tiempo que ya fue, y que muy difícilmente
volverá a repetirse.
¿Es justo que esos
momentos, para otros habituales, se sucedan sin una cadena que los una? Son
eslabones perdidos, que flotan a la deriva en mi mente caprichosa.
A veces creo que no
puedo conocer a nadie, que esas complicidades inexplicables, que mueven el
mundo y lo colorean y lo adivinan y siempre lo cuestionan, se seguirán
sucediendo esporádicamente, sin nombre ni dueño.
Entonces pienso, de
nuevo, en ese momento en el que todo encajaba.
Y te veo, con tu nombre
y apellido, una personalidad sorprendente y un aire único. Con tus dificultades
y los muros que nos separan. Con el peso de la distancia.
Y me rindo. De nuevo.
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